BOLETIN
Nro 1/15 - LOS NIVELES DE ALERTA.
Por
Carlos Pissolito.
Lo
primero que tenemos que reconocer es que vivimos en un mundo en el
que existen peligros contra nuestra seguridad personal y familiar.
También, debemos saber que nuestra mente, más precisamente, su
estado de alerta, es la mejor prevención para no sufrir un acto de
inseguridad y/o un accidente.
Sin embargo, hay que aceptar que nadie puede soportar estar en alerta máxima todo el tiempo. Simplemente, porque produce un gran desgaste. Y podría darse la paradoja de que cuando una amenaza a su seguridad se le presentara estuviera demasiado cansado para poder hacer algo para enfrentarla.
Sin embargo, hay que aceptar que nadie puede soportar estar en alerta máxima todo el tiempo. Simplemente, porque produce un gran desgaste. Y podría darse la paradoja de que cuando una amenaza a su seguridad se le presentara estuviera demasiado cansado para poder hacer algo para enfrentarla.
Por
todo lo expresado es muy importante reconocer y adoptar diversos
niveles de alerta. Los estados de alerta son un compendio de
disposiciones mentales y físicas que nos preparan para encarar una
actividad o una situación con un determinado nivel de concentración.
Estos
son los siguientes:
- Apagado: Es simplemente el estado en el cual nuestra mente no tiene ninguna preocupación. Se da en situaciones muy particulares de gran tranquilidad y relajación. Artificialmente y en forma peligrosa e inadvertida se puede llegar a este estado cuando, por ejemplo, hablamos por celular. En este estado es muy difícil reaccionar adecuadamente a cualquier estímulo exterior.
- Normal: Implica un nivel de alerta mínimo pero suficiente para enfrentar situaciones normales de la vida cotidiana. Por ejemplo, se da cuando uno maneja por una ruta despejada. Tiene el control de la situación, pero está alerta en relación al tránsito. Con cuidado se pueden realizarse actividades secundarias como comer, fumar, hablar, etc.
- Enfocado: Implica un nivel de alerta adecuado para enfrentar situaciones que exigen una mayor concentración. Siguiendo el ejemplo anterior, es la actitud que uno necesita para manejar en una situación de tránsito compleja como sería cunado me dispongo a sobrepasar un camión en una ruta. No hay espacio para distracciones. Uno debe estar totalmente enfocado en la tarea que está realizando.
- Alerta: Implica un estado de tensión en el cual nuestra mente y nuestros músculos se preparan para una confrontación o un suceso que exige una concentración total. Por ejemplo, es cuando debemos aplicar una frenada de pánico para evitar un choque.
Al
margen de los estados sanos de alerta existe un estado negativo. Este es el estado
de shock
que se produce cuando la persona no puede reaccionar ante un evento determinado porque queda
petrificada e incapacitada para moverse
y tomar decisiones. Este estado debe ser evitado a toda costa. Para ello, lo mejor
es el entrenamiento que nos prepara para reaccionar ante situaciones
adversas. También, ayuda el encontrarse en el estado de alerta adecuado en el momento de la emergencia. Ya que caerá más fácilmente en shock una persona que se encuentre en estado de
“Apagado” que una que esté en estado de “Alerta”.
Finalmente, unas pocas palabras respecto de la decisión de cuál estado de alerta uno debe adoptar
frente a cada situación concreta. En principio hay situaciones tipo,
tal como hemos señalado con los ejemplos de tránsito, que exigen
soluciones tipo. Por ejemplo, manejo por una ruta tranquila:
"Relajado". Ante situaciones más complejas y/o desconocidas, como el
encuentro con una persona extraña, el ingreso a un lugar
desconocido, etc., no hay una receta específica, pero es importante que confiemos en nuestros instintos.
Si algo nos parece mal, seguramente estará mal.
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